Construyamos la industria del siglo XXI con nuevas recetas
En respuesta a la manifestación en defensa de la industria que reunió a más de 10.000 personas en Bruselas en septiembre, Pieter Timmermans, responsable de la patronal FEB (Federación de Empresas de Bélgica), expuso su visión para relanzar la producción belga. En su opinión, la revitalización industrial exige reducir los salarios, suprimir el reconocimiento de las horas extraordinarias, etc. Estas propuestas están recogidas en el futuro Gobierno de coalición de ‘Arizona’ (nombre dado a la coalición por los colores de sus cinco partidos componentes). Unas medidas nefastas que ya han demostrado su ineficacia.
Mientras que otros países hacen grandes inversiones en investigación, infraestructuras y tecnología, para obtener una ventaja estratégica en sectores clave como el de los vehículos eléctricos y las baterías, Pieter Timmermans propone dar marcha atrás con «medidas que se aplican en el resto de Europa desde hace 80 años». Como si la amenaza de la desindustrialización fuera un problema belga y no europeo…
Pieter Timmermans sugirió tomar «medidas drásticas» para combatir la «desventaja salarial», que considera la principal causa de las dificultades actuales de la industria. En una línea similar, Stefaan Michielsen, director del diario financiero De Tijd, sostiene que la crisis del sector se debe «al aumento de los costes salariales provocado por la indexación automática de los salarios». Partidos como la N-VA (nacionalista de derechas), el CD&V (demócrata cristiano), el MR (neoliberal) e incluso Vlaams Belang (fascista) coinciden en este estribillo, repitiendo que los «costes salariales» son los responsables de la crisis industrial. El Vlaams Belang ha llegado a declarar que «el punto crucial sigue radicando en los costes salariales y la competitividad de nuestras empresas frente a los competidores extranjeros. No podemos seguir engañándonos».
Hoy, el problema industrial en Europa y Bélgica no radica en la competitividad salarial, como mantiene Timmermans. Alemania, donde los salarios reales han caído un 4 % desde 2020, está al borde de la recesión y se enfrenta a una caída de la producción industrial. Como nos recuerda Geert Bruyneel, antiguo director general de Volvo Cars en Gante: «En Suecia, los costes laborales también son elevados. En el montaje final, los costes laborales apenas representan el 10 %».
El verdadero reto industrial de Europa está en otra parte. Como señalaba Mario Draghi, expresidente del Banco Central Europeo, en su informe, nos enfrentamos a un «desafío existencial» para la industria europea, que es intensiva en energía y tecnológica al mismo tiempo. Los precios que ponemos a la energía frenan nuestra capacidad industrial, y estamos rezagados en términos de inversión en investigación y desarrollo. La clave para revitalizar la industria en Europa reside en una inversión masiva, tanto pública como privada, y no en soluciones obsoletas.
Cambiar el paradigma para afrontar el reto energético
Los elevados y volátiles precios de la energía son una de las principales amenazas para la industria en Europa y Bélgica. La tasa de utilización de la capacidad de producción en sectores de gran consumo energético, como el químico, se encuentra en niveles históricamente bajos. La causa subyacente de estos precios tan elevados es el carácter liberal del mercado energético. Aunque nunca ha habido escasez real, los precios de la energía han sido objeto de una especulación considerable, estimulada por los problemas de suministro y la inestabilidad geopolítica. El gas ruso, más barato, ha sido sustituido por el gas de esquisto, procedente de Estados Unidos, más caro. Como señaló Mario Draghi, los precios del gas en Europa siguen siendo entre cuatro y cinco veces superiores al de Estados Unidos; y los de la electricidad, entre dos y tres veces superiores.
Europa necesita liberarse urgentemente de esta dependencia energética, así como de los mecanismos de mercado que fomentan la especulación. En lo que respecta a la producción de energías renovables en Europa, el Mar del Norte es nuestra principal baza. Pero la inversión necesaria va con retraso, y no hay garantías de que los planes actuales se vayan a llevar realmente a cabo. La inflación, los problemas de abastecimiento y la subida de los tipos de interés encarecen mucho las inversiones y disuaden a los inversores privados. Las perspectivas de obtener beneficios no son lo suficientemente seguras ni sustanciales como para convencer a las multinacionales de que hagan unas inversiones a la altura de las necesidades.
Invertir de forma masiva para solventar nuestro retraso tecnológico
En el frente tecnológico, Europa lucha por ponerse a la altura de China y Estados Unidos, y Timmermans no propone ninguna solución para remediarlo. Como señala Koen Schoors, catedrático de Economía de la Universidad de Gante, en la industria automovilística, Europa lleva mucho tiempo retrasada en la transición al coche eléctrico, lo que ha permitido a China alcanzar una ventaja tecnológica de 10 a 15 años. No solo destaca ahora en la producción de coches eléctricos, sino que también domina el sector de las baterías, un área clave para la electrificación. Ante el rápido desarrollo de China, Estados Unidos lanzó un vasto programa de subvenciones, la Ley de Reducción de la Inflación.
De este modo, quieren ser capaces de atraer inversiones en los sectores industriales de vanguardia, como las baterías, las turbinas eólicas y otras tecnologías del futuro. Cabe decir que Washington no duda en contactar directamente con nuestra industria para atraerla al otro lado del Atlántico. Mientras tanto, el Grupo Volkswagen distribuye 11.000 millones de euros en dividendos a sus accionistas, en lugar de reinvertir esos fondos en la industria del futuro y en recuperarse de su retraso tecnológico.
En pos de un plan ambicioso
Revitalizar nuestra industria no exige reducir los salarios ni relajar las normas laborales, como defiende Timmermans. El jefe de los empresarios debería tener más respeto por quienes hacen funcionar la industria. Lo que necesitamos es:
1. Un auténtico Plan Energético que garantice una energía abundante, barata y acorde con los objetivos climáticos. No podemos permitirnos quedarnos atrás en el desarrollo del sector de las energías renovables por culpa de los caprichos del libre mercado. Si queremos anclar la industria y el empleo en Europa, necesitamos tanto inversiones públicas como el control público de nuestra energía. Un auténtico plan energético debe incluir también un mecanismo de control de precios para evitar la especulación.
2. Inversiones ambiciosas en investigación y desarrollo. Tenemos que invertir masivamente en Investigación y Desarrollo, basándonos en una visión de futuro. La industria también necesita reinvertir sus beneficios en innovación, en lugar de repartir dividendos colosales, para que la industria pueda avanzar en las tecnologías del mañana, en lugar de las recetas anticuadas del pasado.
El futuro de la industria belga y europea pasa ante todo por la transición energética y la inversión masiva en investigación y desarrollo. Las soluciones propuestas por Pieter Timmermans pertenecen a una época pasada. Para construir la industria del siglo XXI necesitamos soluciones innovadoras, inversión pública y privada y políticas que miren decididamente al futuro.
Beneficios históricos para Audi y VW En los dos últimos años, 2022 y 2023, el Grupo Audi ha obtenido los mayores beneficios de su historia en 2022 y 2023, gracias al duro trabajo de sus empleados. En 1998, su beneficio de explotación se mantuvo por debajo de los mil millones de euros, alcanzando 6.300 millones en 2023 y 7.600 millones en 2022. Esto es lo que ha llevado al diario económico LʼEcho a afirmar que Audi "es una vaca lechera para el Grupo Volkswagen". El Grupo Volkswagen, el mayor fabricante de automóviles de Europa, que incluye la marca Audi, ha repartido casi 12.000 millones de euros en dividendos a sus accionistas en 2023. Un año histórico para los accionistas del Grupo, que durante los últimos 25 años se han enriquecido exponencialmente. Así pues, la causa del cierre previsto de la planta de Forest el próximo mes de febrero no radica en las dificultades financieras de Audi o Volkswagen. Cometieron errores estratégicos. Ahora amenazan el empleo de 4.500 trabajadores y la supervivencia de una empresa emblemática. Los gobiernos belga y europeo son responsables de la ausencia total de una estrategia industrial que garantice la transición tecnológica y ecológica. Como consecuencia, el fabricante europeo está muy por detrás de sus competidores, y la demanda de coches eléctricos se ha ralentizado considerablemente. El Grupo Volkswagen dispone de los medios necesarios para garantizar un futuro industrial en la fábrica de Forest. Pueden decidir proteger los puestos de trabajo, la joya tecnológica que representa la planta de Forest y los notables conocimientos técnicos que han adquirido los trabajadores a lo largo del millón de horas de formación acumulada. El PTB ha presentado una moratoria para prohibir el cierre de centros de producción de automóviles hasta que haya una alternativa, ya sea otro modelo o un comprador. Nos movilizaremos para impedir que la dirección de Audi venda, realice una lucrativa operación financiera y regale aún más dinero a los accionistas.
Tienen los medios igualmente para pagar muy buenas primas a los trabajadores de Audi y de todas sus subcontratas. El PTB ha presentado un proyecto de ley para garantizar que se garanticen a los trabajadores de las subcontratas las mismas condiciones que a los trabajadores de la planta matriz. |
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