"Nuestro trabajo merece respeto" Discurso del 1 de Mayo de Peter Mertens, Presidente del Partido del Trabajo de Bélgica (PTB)
Un tarro de nocilla. Esto es lo que reciben los recolectores de basura de Brujas por su duro trabajo. Un tarro de nocilla.
¿Qué ha pasado? Desde el comienzo de la pandemia, los recolectores de basura han recogido nada menos que 3.000 kilos extra de basura en sus rondas. ¡Tres toneladas! A causa del coronavirus, la gente pasa más tiempo en casa, compra más por Internet y pide comida para llevar. Todos estos residuos se recogen cada semana, con cualquier tiempo. La dirección de la empresa de gestión de residuos prometió "un pequeño extra", y apareció... un tarro de nocilla.
La gente no pide nocilla. Exige respeto. Respeto por los que mantienen la economía en marcha, pero que no son pagados por su trabajo. Respeto por todos los que trabajan duro para la sociedad. Desde los trabajadores del sector textil hasta las maestras, desde los estibadores hasta los artistas, desde los jóvenes hasta las enfermeras. El 1 de mayo es el Día del Trabajo. Porque todo ese trabajo duro merece respeto.
Ya veo por qué los basureros de Brujas se tragaron mal ese tarro de nocilla. No hay un gramo de respeto en un tarro de nocilla. Estos trabajadores se resistieron. Organizaron una huelga.
El 29 de marzo, no sólo los recolectores de basura de Brujas, sino también un gran número de personas de nuestro país, se pusieron en huelga para exigir que se respete su trabajo. No queremos un tarro de nocilla, queremos un aumento salarial justo.
Pieter Timmermans, presidente de la Federación de Empresas de Bélgica (FEB), estaba furioso. "Los sindicatos no quieren ayudar a hornear el pastel, pero sí quieren estar en la primera fila cuando se reparte", dice. ¿Perdón? Quizá Pieter Timmermans debería ir a ver quién hace el pastel en las fábricas. ¿Acaso habrá seguido alguna vez el Sr. Timmermans al camión de recogida junto a los recolectores de basura? ¿Ha cargado alguna vez un barco en un puerto? ¿Sabe lo que es trabajar por las noches en una residencia de ancianos, o trabajar en el sector de los bares, restaurantes, hoteles?
El pastel, señor Timmermans, se hace en el lugar de trabajo. Por gente que trabaja. Es lógico que la clase trabajadora quiera algo más que migajas. Las migas son para las palomas.
No queremos migajas, sino un aumento real de los salarios
¿Por qué el Sr. Timmermans nunca menciona que cuatro de cada diez empresas que cotizan en bolsa han aumentado sus dividendos a sus accionistas en medio de esta crisis del COVID-19? ¿Por qué no menciona que los directores generales se están dando generosos aumentos de sueldo? El gran jefe de Delhaize se da un aumento de 1,6 millones de euros. 1,6 millones de euros: ¿cuántos tarros de nocilla serían?
Es una vergüenza que la coalición del gobierno belga se ponga del lado de la FEB en las negociaciones salariales nacionales. Si permitimos que el gobierno y la patronal se salen con la suya, nuestros salarios sólo podrán aumentar un máximo de 0,4 % en los próximos dos años.
Al parecer, en la Rue de la Loi (donde reside el primer ministro) no entendieron muy bien por qué tanta gente se puso en huelga el 29 de marzo. No queremos migajas, no queremos una prima ridícula y única, ni queremos una norma salarial vinculante, sino un aumento real de los salarios.
El diputado del Partido del Trabajo de Bélgica (PTB) Raoul Hedebouw y Marc Goblet, antiguo secretario general del sindicato socialista FGTB, han presentado conjuntamente un proyecto de ley para suprimir esta norma salarial vinculante y permitir la libre negociación salarial. Seguiremos trabajando con ustedes en esta dirección. Porque nuestro trabajo merece respeto.
A los 67 años, todos los trabajos son duros
Antes de las elecciones, los socialistas habían prometido bajar la edad de jubilación de 67 a 65 años, sin lo cual, dijeron alto y claro, no entrarían en el gobierno. Hoy, los socialistas están en el gobierno, pero... la edad para jubilarse sigue siendo 67 años.
Freddy ha trabajado toda su vida como pintor en el sector de la construcción. Se está matando literalmente en el trabajo, pero no puede acogerse a la jubilación anticipada. El gobierno se lo prohíbe. “Esos políticos", me dijo Freddy, "me gustaría llevarlos a trabajar conmigo un día en esos grandes andamios, cargando esas grandes latas de pintura llenas hasta el tope. Entonces veríamos si siguen estando tan seguros de que hay que subir la edad para jubilarse. A los 67 años, todos los trabajos son demasiado duros.
Pero al gobierno de turno no se le ocurre nada mejor que atacar aún más el sistema de jubilación anticipada. Por tanto, el 1 de julio, dentro de dos meses, la edad de la jubilación anticipada se elevará a 60 años. Los partidos del gobierno habían prometido una solución para las personas con trabajos duros, pero no hemos vuelto a saber nada al respecto.
Pero nosotros lo decimos claramente: Los que empezaron a trabajar en un empleo duro a una edad muy temprana tienen derecho al descanso y a la libertad en su vejez. La libertad de disfrutar de la vida, de pasar más tiempo con sus hijos y nietos, de viajar, de retomar esa afición para la que antes no tenían tiempo.
Por eso exigimos el derecho a una jubilación anticipada completa a partir de los 58 años. Paz y libertad para las personas que han trabajado duro toda su vida. Es una cuestión de respeto.
408 variaciones de la misma política
La libertad no viene del cielo. Hoy se cumplen exactamente 408 días desde el primer confinamiento. Estamos ávidas de libertad. Queremos salir a tomar algo, hacer una barbacoa, pasar un rato en un bar con los amigos. Los jóvenes están sufriendo, mucha gente está al límite. Somos seres sociales, echamos de menos a los demás. También nos falta perspectiva.
No podemos abrir todas las puertas a la vez, es cierto. Esto haría que la pandemia se volvería incontrolable, otra vez. Pero siempre son los mismos que tienen que cerrar, y siempre los mismos que permanecen abiertos. La mayor fuente de contaminación no son las terrazas, sino la industria, que sigue funcionando. ¿Dónde está el millón de pruebas rápidas gratuitas que nos prometió el gobierno para poder trabajar con seguridad?
Aunque las grandes empresas siguen abiertas, el sector cultural está paralizado, al igual que el de los bares y restaurantes. Primero, se suponía que iban a reabrir en primavera. Después el 1 de mayo. Y entonces era el 8 de mayo, ahora dicen que será "tal vez" el 8 de mayo, y sólo las terrazas. Nos siguen tomando el pelo, siempre es lo mismo.
¿Te parece normal que el gobierno imponga medidas drásticas contra el COVID-19, como un toque de queda, sin ninguna base legal? Ahora el gobierno quiere aprobar una "ley pandémica" que le permita saltarse derechos fundamentales. "Esto no sólo sería explícitamente inconstitucional, sino sobre todo un error histórico", nos dice la Liga de Derechos Humanos. Y tiene razón.
¿Te parece normal tener que hacer grandes esfuerzos durante 408 días, mientras el gobierno sigue metiendo la pata? Ya hemos tenido 408 variaciones de la misma política.
¿Crees que está bien que los medios de comunicación boicoteen cualquier voz disidente de la izquierda? En las cadenas flamencas de televisión VTM y VRT, el gobierno monopoliza el 97 % del tiempo de la conversación política. Apenas queda 3 % para los partidos de la oposición. Menos que nunca. ¿Eso es democracia?
No nos van a amordazar. Porque realmente podemos hacer las cosas de forma diferente. Y tenemos que hacer las cosas de manera diferente. Es necesario realizar procedimientos de localización de contactos y pruebas adecuados. Establecer un puesto de mando central, en lugar de diez Ministros de Salud. Invertir de nuevo en servicios públicos sólidos. Debemos evitar que los trabajadores y los autónomos se ahoguen. Garantizar que las personas más ricas contribuyan al esfuerzo general. Incluso el FMI aboga ahora por un impuesto sobre la fortuna, así que ¿a qué espera nuestro gobierno?
Que nadie se lucre con la pandemia
También debemos presionar a estas empresas farmacéuticas ávidas de beneficios. ¿Cómo puede el gobierno tener una fe tan ciega en el libre mercado? La historia de las vacunas es una de: demasiado poco, demasiado tarde, demasiado caro. Somos rehenes de las multinacionales privadas, que ven en la pandemia nada más y nada menos que un modelo de ingresos. Pfizer acaba de anunciar que en el futuro venderá su vacuna a 150 euros por dosis, mientras que su fabricación cuesta 3 euros. ¿Quién está al mando? ¿El gobierno? No, son los monopolios. Ya lo dijo Karl Marx: "Los únicos engranajes que ponen en marcha la economía política son el ánimo de lucro y la guerra entre los partidarios de este ánimo de lucro".
El capitalismo farmacéutico antepone el beneficio a la salud pública. Las empresas se niegan a compartir sus vacunas con el mundo. Actualmente, sólo se utiliza la mitad de la capacidad total de producción de vacunas. Con un poco de buena voluntad, podríamos producir millones y millones de vacunas más en todo el mundo, pero para las grandes farmacéuticas, lo único que cuenta son los beneficios.
Es un crimen contra la humanidad. Hasta que todo el mundo esté a salvo del virus, nadie lo estará. Tenemos que asegurarnos de que la vacunación vaya más rápido que el virus. Hay que levantar las patentes. Menos beneficios para los accionistas, más vacunas para el mundo.
Cuando la diputada del PTB Sofie Merckx propuso esta medida en el Parlamento en abril de 2020, todos los partidos votaron en contra. Todos. Hoy, nuestra propuesta está ganando terreno. Junto con los auténticos partidos de izquierda de toda Europa, los sindicatos, las ONG y los ciudadanos, queremos recoger un millón de firmas para exigir la abolición de las patentes de las vacunas contra el COVID-19. "It always seems impossible. Until it's done", dijo una vez Nelson Mandela. Siempre parece imposible hasta que lo hacemos.
El derecho de huelga no se toca
Si queremos, tenemos el poder de mover montañas. Hoy, 1 de mayo, se cumple el centenario del derecho de huelga. Antes de 1921, nadie tenía derecho a la huelga en Bélgica. Cientos de hombres y mujeres jóvenes han sido encarcelados y procesados como delincuentes por defender los derechos sindicales.
Tras años de lucha y acción, el detestable artículo 310, que prohibía las huelgas, fue finalmente eliminado del código penal belga el 24 de mayo de 1921. Ese fue un paso fundamental en nuestra historia social. Sin el derecho a la huelga, no hay derechos sociales. La jornada de ocho horas, el sufragio universal, las vacaciones pagadas : la clase trabajadora tuvo que luchar por cada milímetro de progreso social. Y Mandela tenía razón. Todos estos derechos sociales también parecían imposibles, hasta que nuestros predecesores los impusieron, a través de la lucha social.
Hoy, el derecho a la huelga vuelve a ser atacado. En 2016, los piquetes se despejaron en el puerto de Amberes. Posteriormente, Bruno Verlaeckt y Tom Devoght, ambos dirigentes sindicales, fueron condenados por "obstrucción del tráfico". En Lieja, el año pasado, 17 sindicalistas, entre ellos el actual presidente del sindicato socialista FGTB, Thierry Bodson, fueron condenados por los mismos motivos.
El mayor sueño de partidos como el N-VA (nacionalista de derechas) y el Vlaams Belang (fascista) sería un mundo sin sindicatos. Eso nos catapultaría cien años atrás.
En este primer día de mayo, decimos alto y claro: el derecho de huelga no se toca. Respeto a la generación que luchó por los derechos sindicales hace 100 años. No vamos a dejar pasar esto. Eso es una promesa.
El capitalismo es un sistema enfermo
Querid@s amig@s, querid@s compañer@s,
Esta pandemia ha cobrado la vida de más de 3 millones de personas. Pero la revista estadounidense de negocios Forbes está casi eufórica: "A pesar de la pandemia, las personas más ricas del mundo nunca han visto aumentar su fortuna tanto como lo harán en 2020, con un aumento de la riqueza de 5 billones de dólares, y un número récord de nuevos multimillonarios".
La riqueza extrema, por un lado. La extrema pobreza del otro. En un año, el número de personas que viven en la pobreza ha aumentado en 500 millones. La brecha entre ricos y pobres es tan mortal como el propio virus", afirma Oxfam. "Nunca antes habían aumentado tanto las desigualdades globales como desde que se instauraron las medidas."
El capitalismo es un sistema enfermo. Y eso sólo puede llevar a la resistencia. Mira la India, donde la pandemia del coronavirus está completamente fuera de control. Los hospitales están saturados. El oxígeno sólo está disponible para quienes pueden pagarlo, a un precio diez veces superior al normal. La ira de la población contra el gobierno es enorme. También en la India, el coronavirus es un virus de clase.
Para los súper ricos hay suficiente atención, pero los pobres mueren en las calles. Algunas personas se niegan a vacunarse contra el coronavirus porque no pueden permitirse perder un solo día de sueldo. La clase trabajadora india no ha recibido ni una sola rupia de apoyo durante este difícil periodo, pero durante este tiempo los beneficios de las mayores empresas de la India se han triplicado. Por eso los indios se movilizan hoy. Y los apoyamos.
El 1 de mayo es el día de la solidaridad internacional. Estamos del lado del trabajo. Del lado de los agricultores y jornaleros indios, que luchan por un salario digno. Del lado de los jornaleros que trabajan en los invernaderos de tomate españoles. Del lado de los trabajadores de Amazon que se unen para formar un sindicato. Del lado de la justicia.
Más que nunca: socialismo
¿Qué clase de sociedad queremos? Enviamos coches robot y helicópteros teledirigidos a Marte, pero somos incapaces de resolver los problemas más fundamentales y urgentes de la Tierra. Es una cuestión de elegir. Tenemos que cambiar el rumbo. Mostrar lo que realmente importa. El acceso a la salud y la educación para todos. Producción de energía limpia y pública. Un transporte público eficiente y accesible. Una sociedad sin brecha digital, con soportes de datos públicos y wifi gratuito. Es mucho menos complejo que enviar un helicóptero teledirigido a Marte, y sin embargo, allá afuera en el espacio, está volando.
"Del pasado hay que hacer añicos", canta la Internacional, que cumple orgullosamente 150 años. Nuestra sociedad no puede seguir girando en torno al egoísmo inhumano, la competencia y la sed de beneficios ilimitados. Este dogma ya ha pasado su fecha de caducidad.
Necesitamos una sociedad basada en la solidaridad y la cooperación. Donde la gente se sienta bien consigo misma. Donde las personas ven su trabajo valorado. Una sociedad en la que todo el mundo tiene un lugar, en la que lo que es valioso ya no se expone sin defensa, en la que las personas se hacen cargo realmente de su propio futuro. Donde una asistencia sanitaria sólida y de acceso universal es simplemente la norma. La nueva norma. Una sociedad que invierta en la transición ecológica y la revolución digital. Donde el caos del mercado da paso a una planificación ambiciosa. Y donde las prioridades sociales determinen la agenda política, no los intereses a corto plazo de los especuladores bursátiles y los políticos influyentes.
No necesitamos el capitalismo, necesitamos el Primero de Mayo más que nunca.
Más que nunca: solidaridad internacional.
Más que nunca: socialismo.