Nadia Moscufo: "Queremos que los trabajadores y las trabajadoras ocupen un lugar central en el partido".

Análisis
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Nadia Moscufo ha pasado de la caja de un supermercado al Parlamento federal. La diputada-obrera del PTB se incorporó a la ejecutiva del partido en 2024. Es un paso necesario para reforzar el partido de izquierdas, pero que hubiera sorprendido a la Nadia de principios de los 2000...

Por Jonathan Lefèvre, Solidaire
 

¿Podría hablarnos de su trayectoria personal?
Nadia Moscufo. Tengo 61 años y vivo en Herstal. Mi carrera escolar duró más de lo previsto, ya que repetí dos veces el primer curso de secundaria y una vez el tercero en el Athénée Royal. Con 15 años y medio, tuve un embarazo no deseado que me llevó a abortar el 19 de diciembre de 1979. Fue un periodo más que difícil puesto que el aborto era ilegal. Tuve la suerte de contar con el apoyo de mis padres, lo cual no era nada fácil en aquella época. Tuve la suerte de que fueran progresistas en este sentido. (Sonríe) Este suceso perturbó mi desarrollo escolar, ya que tuve que dejar de ir al instituto durante varias semanas, y empecé a buscar trabajo a los 18 años.

Rompí con algunas barreras personales, abandonando esa idea de ser un mero brazo ejecutor. El partido me permitió adoptar un papel proactivo organizando actos e impartiendo formaciones sobre la historia del movimiento obrero.Nadia MoscufoDiputada obrera del PTB



Tus padres también eran obreros. ¿Influyó esto en los inicios de tu vida laboral y en tu activismo sindical?
Nadia Moscufo. Mis padres, que emigraron de Italia en los años 50, trabajaban en la industria: mi padre en la mina y luego en la FN Herstal, y mi madre también, en la sección  de cartuchos. Mi primer trabajo fue en la pescadería de un supermercado GB (marca que fue comprada y sustituida por Carrefour, nota del editor). Estaba muy orgullosa de tener que madrugar para coger el autobús y salir a ganarme el pan, como solíamos decir. Aunque para aquella joven mujer, trabajar con las manos embadurnadas de pescado no era lo más agradable. Aún me acuerdo del olor y, sobre todo, del jefe, que no era para nada simpático. Luego trabajé en Choc Discount, como cajera y reponedora. En la caja, mi asiento eran en dos cajas de zumo de naranja dadas la vuelta... ¡Ni te cuento lo cómoda que estaba...! El suelo era una simple chapa de metal. Mi jefe contaba el número de veces que iba al baño y me lo echaba en cara cada tanto. Ahí fue donde las palabras "malas condiciones de trabajo" cobraron todo el sentido del mundo para mí. Un año después de ser contratada, me convertí en delegada sindical. Tras ser despedida "por motivos de reorganización" mientras criaba sola a mi hijo pequeño, me contrataron en Aldi en 1987, donde permanecí 21 años. A los tres años de entrar volví a convertirme en delegada sindical. Me encantaba mi trabajo, el contacto con los clientes, el trabajo en equipo, la satisfacción de un trabajo bien hecho... y al mismo tiempo la falta de respeto de la dirección me revolvía el estómago. Cuando pienso que tuvimos que luchar durante varios años nada más que para que pudiéramos beber agua... Teníamos que pagarla, a pesar de que descargábamos toneladas del camión para ponerla en las estanterías.
 

¿Cómo conociste al PTB?
Nadia Moscufo. Mi educación familiar ya me había politizado, con discusiones sobre la guerra de Vietnam y la Guerra Fría. Conocí el PTB principalmente a través de Médecine pour le Peuple (MPLP) (una red de centros médicos lanzada por iniciativa del PTB), cuando buscaba un médico. Me intrigaba la presencia de los médicos del MPLP en los piquetes de huelga. Sentía que a mi trabajo sindical le faltaba algo más. El partido me aportó conocimientos esenciales sobre la historia del movimiento obrero, sobre las diferentes tendencias políticas e incluso sobre la relación entre la colonización y el enriquecimiento de los países. Esta visión global y mundial me ha permitido poner en relación mi malestar individual con la sociedad, haciéndome sentir menos sola. Esto ha reforzado mi compromiso frente a las enormes dimensiones de la tarea que tenemos por delante.
 

Entonces, fue asumiendo responsabilidades gradualmente dentro del partido. ¿Puede hablarnos de su desarrollo como militante, de cómo pasó de ser vocal vecino a su actual cargo?
Nadia Moscufo. Al principio era una simpatizante. En el año 2000, cuando el PTB solamente tenía un 2% de los votos, me pidieron que me presentara a las elecciones municipales para que Johan Vandepaer, médico del MPLP, saliera elegido por primera vez en Valonia. Durante mucho tiempo tuve mis dudas, pero las discusiones con los camaradas del partido acerca de la necesidad de contar con representantes públicos para demostrar la capacidad de cambio apoyándonos en la fuerza de las movilizaciones en las calles me convencieron. ¡Dos personas salieron elegidas, contra todo pronóstico! Al igual que todos los presentes en aquella sala, al principio lloré de la emoción. Solo que en mi caso lo que sentía era tristeza. Me preguntaba qué papel iba a jugar yo dentro de todo esta maraña. Pero se me pasó muy rápido... [risas]
En 2007, dejé Aldi para asumir más responsabilidades dentro del partido. Me convertí en un cuadro político. Del partido, no en un cuadro capitalista... (Risas) Es un orgullo inmenso, no para mí, sino como mujer de la clase trabajadora, porque la sociedad no enseña a los trabajadores a convertirse en cuadros políticos. Rompí con algunas barreras personales, abandonando esa idea de ser un mero brazo ejecutor. El partido me permitió adoptar un papel proactivo organizando actos e impartiendo formaciones sobre la historia del movimiento obrero.
 

El Congreso del 2021 fue un punto de inflexión importante para el PTB, marcándonos como objetivo darle un papel central a los trabajadores dentro del partido. ¿Puede explicarnos esta dirección política y sus implicaciones?
Nadia Moscufo. El PTB tiene sus orígenes en el movimiento estudiantil de finales de los años sesenta. Históricamente, la mayoría de sus dirigentes eran intelectuales. Tras 18 meses de debates internos, el Congreso del 2021 adoptó un nuevo rumbo político: "Queremos que los obreros y obreras ocupen un lugar central dentro del partido, a todos los niveles." Y en esta frase, cada palabra tiene su importancia. No se trata de "darles" un sitio, sino de asegurarse de que ellos mismos lo ocupan. En 2021, tan sólo tres obreros formaban parte del Consejo Nacional (el órgano que dirige el partido entre Congreso y Congreso), de un total de unos cincuenta miembros.
 

El Congreso definió el término "obrero": aquella parte de la clase trabajadora (el conjunto de la población que trabaja a cambio de un salario) que no posee un título de enseñanza superior. El papel central de los obreros se explica por dos grandes razones. En primer lugar, trabajan en los sectores clave de la industria (energía, etc.) y en ese sentido son esenciales para cambiar la sociedad y producir riqueza. En segundo lugar, representan al 60% de la clase trabajadora, y esta mayoría debe estar representada para que el PTB sea, realmente, el partido de esta clase. 


¿Cuáles han sido los resultados inmediatos de esta nueva dirección política?
Nadia Moscufo. Para conseguir este objetivo, se marcaron unas cuotas mínimas: al menos un 20% de obreros en el Consejo Nacional y en los consejos provinciales. Estas cuotas son necesarias porque los obreros, a menudo condicionados por el sistema capitalista, tienden a convertirse en meros brazos ejecutores y no se habrían atrevido a presentarse espontáneamente como candidatos a los órganos de dirección. Ya tenemos los primeros resultados. La mayoría de los camaradas afectados siguen trabajando, y esto es lo que les permite vivir en sus propias carnes las condiciones de trabajo. Como Rosa Terranova, empleada doméstica y miembro del Consejo Nacional, que es la única que puede describir esa violencia del sistema que no solo machaca nuestros cuerpos sino que además nos empuja a trabajar el máximo de tiempo posible, aun estando enfermas. Es una experiencia vital que nadie más puede transmitir.
 

Esta evolución exige también un cambio de mentalidad. El objetivo no es crear un partido dividido entre obreros e intelectuales, sino lograr una fusión de competencias. Se han adaptado los métodos de trabajo, con la creación de espacios en los que los camaradas obreros son mayoría y favoreciendo que tomen la palabra. Los intelectuales, sin querer, pueden resultar intimidantes porque para ellos es muy fácil hablar.
 

La inspiración también es importante. Los obreros necesitan referentes como Roberto D'Amico, un diputado federal obrero que le recuerda a aquellos parlamentarios que llegan tarde, lo que es la disciplina de la fábrica. Me enorgullece inspirar a otras personas y abrir el camino. Fue en este contexto cuando decidí presentarme para convertirme en miembro de la ejecutiva del partido, algo que nunca antes me había planteado hacer. Esta orientación política fortalece al partido, permitiendo a los obreros formarse, transformarse, superarse y dirigir el partido mano a mano con sus camaradas no obreros.
 

Como diputada obrera, ¿cómo te sientes estando en el Parlamento?
Nadia Moscufo.  ¡Estoy bien! (Risas) El Parlamento Federal, con sus enormes pasillos, sus alfombras y sus imponentes estatuas, es un lugar extraño, pero no me intimida. El lenguaje político a veces es oscuro e incomprensible, también para el resto de diputados... Es un reto que estamos afrontando colectivamente. El PTB se esfuerza por mantener un lenguaje accesible y comprensible para todos, porque al sistema capitalista no le interesa que se entienda la política.
Lo fundamental para nosotros, como miembros electos del PTB, es mantener el contacto con la realidad sobre el terreno. Elegí no vivir con los 8.000 euros al mes que reciben los diputados y mi motivación no es lucrarme, lo cual me da una libertad que no tienen los miembros electos de otros partidos, que están encerrados en una burbuja de comodidades.
Mi trabajo como diputada no se limita al Parlamento; estoy en contacto diario con delegados y representantes sindicales, con mis vecinos y con antiguas compañeras de trabajo.
La pedantería del lenguaje político parlamentario, a menudo oscuro incluso para los políticos, es todo un reto. El PTB se esfuerza por mantener un lenguaje accesible y comprensible para todos, porque al sistema capitalista no le interesa que se entienda la política.

¿Cuáles son los objetivos del PTB para el futuro?
Nadia Moscufo. ¡Son muchísimos! (Risas) Pero la cuestión del papel central de los obreros y obreras seguirá estando ahí. Queremos ampliar y reforzar el equipo de cuadros obreros del partido. Estamos progresando, pero aún hay mucha tela que cortar. Los mecanismos que impiden a los trabajadores ocupar el lugar que les corresponde están muy arraigados en la sociedad y, por tanto, también en nuestro partido. Cada vez que nos relajamos dejamos espacio a la espontaneidad, y la espontaneidad tiende a excluir a los obreros. El agua fluye hacia abajo, como señalamos en nuestros textos del último Congreso.
Con mis camaradas Benjamin Pestieau, secretario general adjunto, y Denis Pestieau, miembro del Consejo Nacional, formamos un trío encargado de dirigir esta orientación política. Juntos, con el resto cuadros obreros y no obreros, hemos hecho progresos significativos. Además de fortalecer al PTB, esto también es necesario para las luchas sociales que hay que llevar a cabo -por nuestras pensiones, nuestros salarios, contra la guerra y la militarización, etc-.
 

 

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