8 de marzo: seguimos luchando por el pan y las rosas
Estuvimos en las concentraciones del 8 de marzo con Marianne, la organización de mujeres del PTB. Por un salario mínimo de 14 euros, por acciones reales frente a la violencia contra las mujeres y por una despenalización real del derecho al aborto. Photo: Maartje De Vries, presidenta de Marianne
Cuando la gente me pregunta por qué sigue siendo relevante 100 años después de su primera celebración el Día Internacional de lucha por los Derechos de las mujeres, el 8 de marzo, no tengo que pensarlo dos veces. La lucha por la igualdad sigue siendo una necesidad absoluta, por la buena razón de que la desigualdad sigue siendo grande, y porque está estructuralmente arraigada en nuestra sociedad. Porque la crisis del coronavirus está exacerbando las desigualdades, y el llamado gobierno feminista está llevando a cabo políticas en muchos frentes que sólo exacerbarán la desigualdad. Por ello, con Marianne, la organización de mujeres del PTB, estuvimos en las acciones del 8 de marzo. Por un salario mínimo de 14 euros, por un tratamiento real de la violencia contra las mujeres y por una despenalización real del derecho al aborto.
El 8 de marzo es el Día Internacional de la Mujer, o más bien : Día Internacional de lucha por los Derechos de la Mujer. Puede que se tarde más en decirlo, pero es lo que marca la diferencia entre un día de celebración, un día de fiesta o un día de lucha. Y se trata de luchar. La historia del Día Internacional de lucha por los Derechos de la Mujer está íntimamente ligada a la lucha de las mujeres trabajadoras. Por el pan y las rosas.
La pandemia revela el trabajo invisible de la Mujeres
En Bélgica, las mujeres ganan de media un 23,7 % menos que los hombres. Frecuentemente porque se ven obligadas a trabajar a tiempo parcial. Porque realizan la mayor parte del trabajo doméstico, porque cuidan de sus seres queridos, o porque no pueden conseguir un contrato a tiempo completo. La brecha salarial conlleva la brecha en las pensiones. Las pensiones de las mujeres son, por término medio, un 34 % inferiores a las de los hombres. Una de cada tres mujeres tiene una pensión inferior a 750 euros.
Además, nuestra sociedad sigue impregnada de sexismo, violencia sexual, violencia doméstica y otras innumerables formas de desigualdad y discriminación.
La pandemia también impacta en esos frentes. Saca a la luz el trabajo invisible e infravalorado de las mujeres. La clase trabajadora ha mantenido y mantiene en pie al país. Muchos de los sectores que han seguido funcionando son típicamente femeninos, como la sanidad, la limpieza, la distribución... Estas mujeres están en primera línea contra el virus y se enfrentan a grandes riesgos, a menudo por bajos salarios. Durante la pandemia, muchas personas perdieron parte de sus ingresos. Esto aumentará la desigualdad financiera entre mujeres y hombres. Las mujeres perdieron el doble de ingresos que los hombres en el segundo trimestre del año pasado. Algo especialmente doloroso si ya tienes un salario bajo. Una amiga mía, Tine, es empleada doméstica. Apenas gana unos 11,5 euros por hora. Cada mes le supone un rompecabezas llegar a fin de mes. Desde la irrupción del virus, ha tenido que estar en cuarentena varias veces. Cada euro que pierde pesa sobre su sustento y el de sus hijos. La necesidad de aumentar el salario mínimo es evidente. Todo el mundo tiene derecho a unos ingresos decentes. Durante las elecciones se hicieron muchas promesas en este sentido, pero seguimos sin ver los resultados. Por eso hice campaña el 8 de marzo por un salario mínimo de 14 euros la hora. Sería algo bueno para todos los trabajadores, especialmente para las mujeres.
29 feminicidios desde el 1 de enero de 2020
El confinamiento aumenta la violencia intrafamiliar. Desde principios del año pasado, ya se han producido al menos 29 feminicidios en Bélgica. En "tiempos normales", se calcula que una de cada cinco mujeres sería maltratada por su pareja. Un estudio de la Universidad de Lieja muestra que la violencia doméstica aumentó en un tercio durante el periodo del coronavirus. Sin embargo, seguimos esperando un verdadero enfoque coordinado del problema de la violencia contra las mujeres. Por eso, el 8 de marzo hice campaña para que se enfrente realmente la violencia contra las mujeres.
Y luego está el derecho al aborto. Este derecho es combatido ferozmente, tanto a nivel internacional como en Bélgica. Este derecho es siempre el primero en ser sacrificado cuando la derecha conservadora llega a los mandos. En 2019, varios partidos presentaron un proyecto de ley para despenalizar el aborto y ampliar el plazo legal. Aunque la mayoría de los parlamentarios de la Cámara están a favor de esta propuesta, se ha utilizado como moneda de cambio político en las negociaciones para formar gobierno. Todos los partidos del gobierno, excepto uno, apoyan la propuesta, pero la han metido en el congelador. Es incomprensible que los partidos llamados éticamente progresistas se plieguen a la voluntad del CD&V (demócratas cristianos) y que sacrifiquen los derechos de las mujeres para participar en el gobierno. Mientras tanto, las 500 mujeres que acuden cada año a los Países Bajos para abortar después de las 12 semanas quedan abandonadas a su suerte. A menudo se trata de mujeres vulnerables. Junto con Marianne y el PTB, seguimos defendiendo este proyecto de ley. Por eso hice campaña el 8 de marzo para que se despenalice el aborto de una vez por todas, y para que se amplíe el plazo a 18 semanas.
Podemos ganar
Estamos aún lejos de una sociedad en la que exista la igualdad. Pero la lucha vale la pena. Las mujeres de Argentina lo demuestran. Su ardua lucha dio lugar a una instauración de una legislación progresista sobre el aborto. El poderoso movimiento feminista contra la violencia hacia las mujeres en España ha forzado la adopción de una legislación reforzada para combatir dicha violencia. En nuestro país, el personal de enfermería ha luchado por un convenio de mil millones de euros, por más personal y mayores salarios. Podemos ganar.