¿Qué tal si nos hacemos cargo del futuro de nuestra industria aérea?
En los últimos cinco años, el Grupo Lufthansa ha obtenido un beneficio de 9.000 millones de euros, la mayoría de los cuales acabaron en los bolsillos de accionistas como el multimillonario alemán Heinz Hermann Thiele. Pero ahora que la aerolínea está en problemas, pide 290 millones de euros de ayuda estatal para salvar a Brussels Airlines. En otros términos, quiere que la colectividad eche mano a la cartera para satisfacer a los accionistas. El PTB considera que este es un modelo anticuado y aboga por una aerolínea estatal.
El grupo Lufthansa pide al gobierno belga una ayuda de 290 millones de euros para rescatar a su filial Brussels Airlines, según el periódico financiero De Tijd. También en Alemania, Austria y Suiza, la aerolínea alemana solicita el apoyo de las autoridades. Estamos hablando de miles de millones de euros del dinero de los contribuyentes. Pero Lufthansa no quiere ni oír hablar de cualquier intervención pública en sus asuntos.
Sin embargo, una intervención gubernamental es esencial, ante todo para salvar los empleos. Mientras pedía este apoyo público, el CEO de Lufthansa, Carsten Spohr, anunció que la compañía tendría que reducir su plantilla. Diez mil empleos estarían en riesgo. En Brussels Airlines, se plantea la eliminación de al menos 25 % de los puestos de trabajo, según Etienne Davignon, ex presidente de la compañía.
El multimillonario al acecho
¿Quién mueve los hilos en Lufthansa? La respuesta llegó el 16 de marzo de 2020. En medio de la crisis, mientras el mercado de valores de EE.UU. se desplomaba y el índice Dow Jones caía en 13%, multimillonarios como el alemán Heinz Hermann Thiele ya estaban al acecho. Gracias a su fortuna de 13.500 millones de dólares, Thiele es una de las 100 personas más ricas del mundo. Y fue en este infame 16 de marzo de 2020 cuando el multimillonario alemán aprovechó la oportunidad: duplicó su participación en el Grupo Lufthansa, llegando así a más de 10%. Esta ocasión surgió porque, en ese momento, las acciones de Lufthansa habían caído a un tercio de su valor previo a la crisis del coronavirus. Como principal accionista del grupo, Heinz Hermann Thiele se ha convertido en la voz más fuerte en el debate sobre el futuro de Lufthansa.
¿Pero por qué este multimillonario se arriesga tanto? Cada hora que pasa en la crisis del coronavirus supone una pérdida de un millón de euros para la aerolínea alemana. Sin embargo, Thiele hace un cálculo más profundo. Actualmente, en su opinión, la compañía aérea es "demasiado grande para quebrar", exactamente como los bancos en 2008. Por lo tanto, cuenta con que los gobiernos de Alemania, Suiza, Austria y Bélgica acabarán por ceder y llevarán a cabo una operación de rescate, cuyo valor seriá de varios miles de millones de euros. Esta operación muy costosa sería pagada por los contribuyentes, incluso aunque la empresa quiera despedir a 10.000 personas. Pero deja una pregunta: ¿es inevitable el plan de Thiele?
Maria Vindevoghel, diputada del PTB y ex sindicalista en el aeropuerto de Zaventem (Bruselas), se pone la misma pregunta. Durante veinte años, limpió aviones para la Sabena, la empresa precursora de Brussels Airlines, y para el controlador de equipaje Flightcare, ahora Swissport. Ha vivido en propia piel la deterioración considerable de la situación del personal del aeropuerto de Zaventem en los últimos años. Mientras antes, gracias a un contrato indefinido y un estatuto de empleada, ella conocía su horario de trabajo con un año de antelación, ahora muchos encargados del equipaje, tripulantes de cabina y miembros del personal de limpieza trabajan por un salario bajo en un entorno superflexible y su horario es determinado definitivamente con sólo una semana de antelación.
Venta por liquidación
Desde hace más de veinte años, el tráfico aéreo es el patio de recreo de especuladores y ricos accionistas. En 1997, la Unión Europea, bajo al mando de los socialdemócratas, entre otros, decidió abrir el mercado de la aviación. Hombres de negocios como el británico Richard Branson del Grupo Virgin se llenaron los bolsillos. Por entonces, la compañía de bajo costo de Branson contribuyó a llenar el vacío dejado por la quiebra de la Sabena.
Lo mismo ocurrió con la alemana Lufthansa, que hasta mediados de los noventa todavía era una empresa pública. Alemania se unió al proceso de privatización y los capitalistas alemanes que se habían apropiado de Lufthansa pudieron adquirir Brussels Airlines por una miseria mientras prometían que realizarían grandes inversiones. Esto sólo fue posible porque los sucesivos gobiernos belgas, en consulta con miembros de las altas finanzas belgas como Etienne Davignon, echaron la aviación belga a los lobos del mercado. Tal como pasó en otros sectores también, las joyas familiares fueron el objeto de un gran venta por liquidación. Desde entonces, Brussels Airlines sigue siendo una importante aerolínea que realiza el 40 % de todos los vuelos de pasajeros en Zaventem, pero forma parte de una compañía privada alemana.
La industria de la aviación se ha visto muy afectada por la crisis del coronavirus. Por ejemplo, Richard Branson ha obligado a su personal a tomar dos meses de permiso sin sueldo, pero eso no ha sido suficiente para limitar los daños y ahora esta yendo más lejos, ya que ha puesto a la venta su compañía Virgin Atlantic. Para muchos accionistas, hay demasiada incertidumbre en el sector de la aviación, que está viviendo una crisis sin precedentes.
Ha llegado entonces la hora de retomar el control del transporte internacional de pasajeros, lo que supone una autoridad pública fuerte, capaz de realizar inversiones adicionales en los trenes de larga distancia. Sin embargo, las aeronaves también deberán desempeñar un papel importante. "Hoy en día, el tráfico aéreo es demasiado importante para permanecer en manos del sector privado", dijo Bernd Riexinger, presidente del partido de izquierda alemán Die Linke. Riexinger propone devolver Lufthansa a la colectividad.
Los héroes del Covid-19
El PTB apoya esta propuesta. Los 290 millones de euros del apoyo estatal belga deben ser un trampolín para la adquisición de una parte importante de Brussels Airlines en el grupo Lufthansa. No podemos aceptar que el gobierno inyecte el dinero de los contribuyentes para absorber las pérdidas en tiempos de crisis y, una vez que se haya pasado la tormenta, deje que los beneficios vuelvan a los accionistas. No podemos permitir que unos cuantos multimillonarios, cuyo único fin es el lucro, decidan el destino de los 130.000 empleados de Lufthansa, más de 4.000 de los cuales son belgas. Queremos que el gobierno dé garantías claras de que se mantendrán todos los puestos de trabajo de Brussels Airlines, tanto en los tripulantes de cabina como entre los pilotos y el personal de tierra. Estos trabajadores también son héroes del coronavirus. En plena crisis sanitaria, arriesgaron su propia salud para organizar sesenta vuelos de repatriación, lo que permitió a cientos de belgas volver a casa. Hacerles pagar el pato es algo que no se puede ni pensar.
Convertir Zaventem en una empresa pública
Para el PTB, Bélgica tiene espacio suficiente para un aeropuerto y una aerolínea que estén en manos de la comunidad, y funcionen preferiblemente en cooperación con empresas de otros países europeos. El PTB quiere convertir Zaventem en una empresa pública y democrática fuerte, dotada de una aerolínea y un aeropuerto propios y orientada hacia el futuro. Ya basta de ser la gallina de los huevos de oro para unos grupos de capitales que ignoran los intereses de empleados y pasajeros. Una empresa pública es la mejor garantía para mantener el empleo, asegurar unas condiciones de trabajo adecuadas, mejorar la seguridad y adoptar una visión a largo plazo para la transición ecológica.
ACTUALIZACIÓN: El 12 de mayo, nos enteramos de que 1000 puestos de trabajo están amenazados en Brussels Airlines. "La preservación de los puestos de trabajo debe ser una preocupación central en Brussels Airlines", dice Maria Vindevoghel. El PTB apoya a los trabajadores en su lucha por el empleo y las buenas condiciones de trabajo.