"Movilizarse por el clima, es apuntar al cambio sistémico"
Contribución a la Conferencia PCP, Palmela, 13 de septiembre de 2019 por Jos D'Haese, jefe del grupo del PTB-PVDA en el Parlamento flamenco.
El 29 de diciembre de 2018, dos jóvenes alumnas belgas hicieron un llamamiento a la huelga de los escolares en defensa del clima. Estaban furiosos ante la ausencia total de política climática de nuestro gobierno. Se inspiraron en el ejemplo de la sueca Greta Thunberg, de dieciséis años, que había comenzado una huelga similar en su país. Nadie esperaba tal participación; las chicas esperaban unas pocas docenas de manifestantes. Lo más importante era mostrar su inquietud.
Dos semanas después, el país se sorprendió al ver a tres mil estudiantes desfilar por las calles de Bruselas durante una manifestación no autorizada pero entusiasta. La semana siguiente, 12.500 jóvenes salieron a las calles. El 24 de enero desfilaron treinta y cinco mil estudiantes, exigiendo una política climática ambiciosa. Continuaron manifestándose todos los jueves durante 22 semanas seguidas hasta las elecciones del 26 de mayo. El 15 de marzo, los jóvenes organizaron la primera huelga climática en colaboración con los sindicatos.
Sólo un mes antes del primer día de movilizaciones, el movimiento era totalmente impredecible. En diciembre de 2018, la extrema derecha apareció en las noticias cuando el gobierno belga colapsó en una crisis relacionada con la firma del pacto de las Naciones Unidas sobre la migración. Con las elecciones programadas para el 26 de mayo, esperábamos una campaña centrada en la migración, la seguridad nacional y el nacionalismo. Gracias a estas movilizaciones masivas, los estudiantes del movimiento climático lograron cambiar la perspectiva. El clima se ha convertido en uno de los principales problemas de las elecciones, junto con la política social.
Este es un movimiento histórico. Y, además, es probable que se reanude de nuevo. Es el movimiento más grande de estudiantes de secundaria belgas de los últimos 25 años. Y no se limita a los estudiantes de secundaria. Primero se les unieron los estudiantes de educación superior, luego sus profesores y, finalmente, los sindicatos. El ejemplo belga se ha unido a las iniciativas de Greta Thunberg y de otros para inspirar a cientos de miles de personas en el resto de Europa y en todo el mundo a salir a las calles para hacer oír su voz. Es sorprendente ver todo lo que han aprendido estos niños en unos pocos meses: a organizarse y luchar por lo que creen. Son los líderes de los movimientos sociales del futuro.
Este movimiento desafía la forma en que se gestiona nuestra economía, la forma en que funciona nuestro sistema político. Permítanme citar a Greta Thunberg, quien comenzó el movimiento. Esto es lo que le dijo a la Comisión Europea: “Una vez que hayáis hecho la tarea, os daréis cuenta de que necesitamos una nueva política, necesitamos una nueva economía donde todo se base en un presupuesto mundial de carbono que está disminuyendo rápidamente y que es extremadamente limitado. Pero eso no es suficiente. Necesitamos una forma de pensar completamente nueva. El sistema político que habéis creado se basa en la competencia. Engañáis cuando podéis porque lo único que importa es ganar, tener poder. Pero esto no puede seguir así. Debemos dejar de competir, debemos cooperar, trabajar juntos y compartir los recursos del planeta de manera equitativa.”
Pero el movimiento climático también tiene un punto débil. Está representado en el mundo político por partidos verdes que promueven una ecología punitiva. Que anteponen la responsabilidad individual y los impuestos ecológicos. Como resultado, los trabajadores sienten que tendrán que pagar por la crisis climática, como ya lo hiceron con la crisis económica de 2008 y con las anteriores. Por eso es tan importante la cooperación entre el movimiento climático y los sindicatos. Juntos, pueden pedir una transición ecológica ambiciosa y socialmente justa. “Climate Justice Now” (Justicia climática ya) es uno de los lemas más populares en las protestas climáticas.
Pero esa es precisamente la razón por que es tan importante que las fuerzas de la verdadera izquierda abracen la cuestión climática.
En primer lugar, porque el clima es importante. Si nuestros gobiernos no actúan ahora, todo cambiará. Ya podemos ver las consecuencias del calentamiento global de un grado. Imaginemos cómo será con 3, 4 o 5 grados más. Debemos poner fin al cambio climático y, por lo tanto, debemos apoyar el movimiento climático de todas las formas posibles.
En segundo lugar, es nuestro deber orientar el movimiento hacia la justicia social y conectarlo con los trabajadores. Depende de nosotros decir que, para salvar el clima, se debe cambiar el sistema.
Porque no se trata del CO2. Se trata del capitalismo. Como dice Naomi Klein: “Nuestra economía está en guerra con muchas formas de vida en la tierra, incluida la vida humana. Lo que el clima necesita para evitar el colapso es una contracción de la utilización de los recursos por parte de la humanidad, lo que nuestro modelo económico requiere para evitar su colapso es su expansión ilimitada: solo una de estas reglas se puede cambiar, y estas no son las leyes de la naturaleza.” Nuestro sistema económico está en guerra con la vida en la Tierra.
Hay personas responsables de la crisis climática: los que poseen los medios de producción, los que deciden la dirección de nuestra economía. Y hay personas que sufren las consecuencias: los trabajadores que no pueden permitirse el lujo de adaptarse. Como decimos en los sindicatos: no hay trabajo en un planeta muerto. Los ricos no tendrán problemas para adaptarse al cambio climático. Será la clase trabajadora la que sufrirá las consecuencias de una atmósfera más cálida.
En los últimos años, hemos integrado la lucha contra el cambio climático en el trabajo de nuestro partido. En primer lugar, esto implica que hemos trabajado duro para elaborar un programa climático muy ambicioso, pero también muy detallado, basado en tres ejes:
- En primer lugar, insistimos en la necesidad de una planificación ecológica. Es el libre mercado el que nos ha traído aquí, ¿cómo podemos resolver este problema? En lugar de intercambiar emisiones (ETS), pedimos una regulación urgente, inversiones públicas y una planificación basada en la cantidad de CO2 que aún podemos emitir.
- En segundo lugar: cada medida debe ser ecológicamente justa. No es la clase trabajadora la que tiene que pagar para salvar el planeta, sino las multinacionales responsables del calentamiento global. Por lo tanto, nos oponemos firmemente a las tarifas ecológicas y los impuestos por kilometraje, pero abogamos por un transporte público gratuito mejorado y por sistemas de ayudas mejores y gratuitas para el aislamiento del hogar y la instalación de paneles solares.
- En tercer lugar, y es muy importante: destacamos la importancia de proteger los empleos. No queremos que nuestra industria huya. Queremos convertirla en un activo en la lucha contra el cambio climático. La economía basada en el hidrógeno será un factor crucial a este respecto.
Pero no nos detenemos en el análisis y el programa. Nuestro partido, y especialmente nuestro movimiento juvenil, apoya el movimiento climático de varias maneras.
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- Mediante la sensibilización. Con folletos y boletines, pero también a través de las redes sociales, con videos que han sido vistos decenas de miles de veces. Explicando el cambio climático, defendiendo el movimiento contra los ataques de la derecha, insistiendo en el cambio de sistema. Raoul Hedebouw, nuestro portavoz en el Parlamento federal, fue el primero en presentar las demandas del movimiento climático al Parlamento y en hacer oír su voz.
- Ayudando a organizar el movimiento. Muchos miembros de nuestros movimientos juveniles y estudiantiles establecieron comités en sus escuelas y campus y ayudaron a organizar las caminatas.
- Movilizándose por el clima. Primero, movilizando nuestra propia fuerza, evidentemente. Hemos estado presentes en casi todas las marchas climáticas de los últimos años. Pero también apoyando el movimiento climático en todos los sitios que podemos para llevar a mucha gente a las calles.
Al hacerlo, nuestro movimiento juvenil ha crecido considerablemente. El número de miembros se ha multiplicado por seis. Organizar a todas estas personas siempre es un desafío, pero el potencial es enorme. Como dije antes, los estudiantes que hoy organizan las marchas son los líderes de los movimientos sociales de mañana.
En el Partido del Trabajo de Bélgica, creemos que la lucha contra el cambio climático debe estar en el centro de nuestra estrategia política. Debemos preservar este planeta para las generaciones futuras y decir claramente que para salvar el clima debemos cambiar el sistema.